jueves, 22 de noviembre de 2012

EL HOMBRE QUE NUNCA LA AMÓ - CAPÍTULO 1 (1/2)


por CLAUDIO MADAIRES
claudio.madaires@gmail.com



CAPÍTULO 1 (1/2)



Carolina recorrió el tormentoso horizonte marino con una mirada desesperanzada antes de volverse hacia Javier:

—¿Piensas que el cuerpo que halló la policía hace un par de horas es el suyo?...

—¿Cómo voy a saberlo? —preguntó Javier con intensa amargura—. Es el tercer cadáver que encuentran en la zona del desastre en dos días... Ese maldito barco llevaba media docena de pasajeros y tripulantes, por lo menos. Tal vez iban diez personas a bordo...

—Tú sabes perfectamente cuántas personas iban a bordo del «Antonella» —dijo Carolina...

—Sigues acusándome... Me has condenado antes de entender la realidad de tan extraña situación. Eso es claro como este vodka que tengo en las manos.

—No, no te he condenado —mintió Carolina—; ni siquiera te juzgo. Pero tú eras su mejor amigo, su amigo de la infancia, su amigo de toda la vida. Así que debías saberlo todo, absolutamente todo sobre él.

Javier negó enfáticamente con la cabeza antes de responder con cierto cinismo:

—¿Acaso tú lo sabías todo sobre tu mejor amiga?

Carolina sintió un estremecimiento de horror al recordar que su amiga Erika había sido hallada horas atrás, vestida sólo con una maraña de verdes algas costeras, apenas a trescientos metros de la casa.

—Tienes razón —dijo tras una larga pausa—. Nadie lo sabe todo sobre sus mejores amigos... hasta que están muertos.

Javier bebió otro largo trago de vodka y agregó:

—Si tú, siendo, como eres, una mujer tan inteligente y perspicaz, no pudiste averiguar la verdad sobre lo que sucedía mientras estaba sucediendo ante tus propias narices, ¿cómo esperas que lo averiguara yo, que no vivía con él... ni con ella?

Carolina advirtió un tono como de profunda rabia humillada en las palabras de Javier. Se alejó del ventanal y tomó asiento frente a él antes de volver a mentir:

—Por esa razón no te juzgo. ¿Cómo puedo juzgarte por no saber algo tan... espantoso?

—Sí, has elegido bien la palabra —dijo Javier casi con lágrimas en los ojos—. Todo esto es «espantoso». Y pensar que Érika era una mujer tan... vital..., tan querible... Y acabó así, arrojada desnuda por la tormenta a estas malditas playas...


[Continúa en la siguiente entrada]


© CLAUDIO MADAIRES (CAGB). De su novela El hombre que nunca la amó


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