martes, 31 de julio de 2012

EL HOMBRE QUE NUNCA LA AMÓ - CAPÍTULO 8 (1/2)

por CLAUDIO MADAIRES
claudio.madaires@gmail.com


CAPÍTULO 8 (1/2)


Javier dejó la pistola a un costado y reconoció:
—Ninguno está a salvo, por millonario que sea. Lo mejor será que salgamos de aquí lo antes posible. Tus millones no servirán de nada. Al contrario, acabarás secuestrada y asesinada tras el pago del rescate.
Carolina le apretó fuerte el brazo, con todas sus fuerzas, y advirtió:
—No pienso huir.
Javier retiró el brazo dolorido y dijo:
—¿Huir de qué, de quién? Estas es una zona peligrosa para cualquiera. Buenos o malos, ricos o pobres, estamos en una geografía que no nos corresponde. Este pueblo fue  levantado por narcos. Es un arrabal del Infierno, Carolina. Estamos, literalmente, a dos pasos del Infierno.
—Aquí estuvo mi marido. Eso es seguro. Por aquí hay que empezar a investigar —dijo Carolina.
—Tú investiga cuanto quieras, Carolina —respondió Javier—. Haz con tu vida lo que te plazca. Pero no seguiré en esto. Hasta aquí, te acompañé. Lo hice porque te estimo tanto... ¡Basta, Carolina! Si tu esposo era un narco, bien muerto está..
Carolina sintió un impulso terrible de golpear a Javier en el rostro. Se contuvo:
—Mi marido no fue un narco. Mi marido ni siquiera era drogadicto.
—La policía dice otra cosa.
—La policía está corrupta hasta los huesos. Creo que la policía pretende engañarnos.
Javier se alzó de hombros y miró el horizonte neblinoso antes de decir:
—Puede que así sea, Carolina. Lo mismo da. Si la policía intenta despistarnos, ha comenzado bien. Nos ha enviado a este pueblo de narcos asesinos. Si seguimos en él, no volveremos para contar lo sucedido...


© CLAUDIO MADAIRES (CAGB). Fragmento de su novela El hombre que nunca la amó

Seguidores